El mercado del jiu-jitsu está repleto de marcas que hablan desde el ego, la rudeza o la oscuridad. Todas suenan igual, se ven igual, y venden lo mismo. El caos fue encontrar un diferencial que rompiera con ese patrón: salir del negro y el blanco, del gesto serio, de las marcas de lucha que luchan. El reto fue construir una marca que no se tome tan en serio, pero sí conecte con un nuevo tipo de atleta: más libre, más expresivo, igual de comprometido, menos serio.
Acompañamos el proceso de branding, estrategia digital, campañas artísticas, email marketing, SEO, ads en Meta y producciones de fotos para la web.
Encontramos una identidad visual colorida, irónica y memorable que rompe con los códigos tradicionales del deporte de combate. Desde el naming hasta las campañas, cada decisión buscó celebrar el humor, la expresividad y la creatividad en el mundo del jiu-jitsu. Creamos una estética visual jugada, con referencias culturales inesperadas, que permitió construir comunidad y diferenciarse con claridad.
Añadimos color a un deporte en blanco y negro.
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